martes, 5 de junio de 2012

Un café... una historia

Mi primer libro de breves relatos ¿De qué trata? Simplemente de observar durante un tiempo a los clientes del café La Capelina en Punta Chica para que ellos me inspiraran historias en cada una de las 29 mesas del lugar.


Si querés un ejemplar mandame un mail a debonisbene@hotmail.com y te lo reservo. Su costo es de apenas $60

A continuación dejo el prólogo del libro, escrito por mi profesora de Literatura del secundario, como anticipo de lo que pueden llegar a disfrutar en este libro de breves relatos de situaciones.


  Narrar es dialogar; primero lo hace el narrador con el entorno y fabula; después el lector con la obra y recrea. Pero atención, que de esa experiencia de escritura-lectura ninguno de los dos sale como entró.
 Y en este aspecto quiero detenerme: en el diálogo inicial que Benedicto establece con personajes y objetos entrecruzándolos en planos de tiempos y espacios desde la mirada de sus propias vivencias. De ese cruce de planos emergen los relatos de una realidad real y una imaginada que no es menos verdadera. Es arte.
 Los objetos se independizan y vuelan sin moverse del lugar, una vulgar suela de goma Febo o una Bic se desplazan al lugar jerarquizado de objetos maravillosos cuyos lenguajes Benedicto devela y traduce con humor, poéticamente y sin cruzar la frontera de lo real a lo fantástico; con agilidad, con ojo sagaz, con estilo breve que no se achica porque a veces se abre en las entre líneas; a veces en la superficie, siempre en las aguas profundas de su aguda percepción.
 Cuando Benedicto me dio su “manuscrito digitalizado” me dijo que todas las historias estaban ahí, en las mesas de La Capelina. Su modestia todavía no lo deja ver que –si es cierto que todas las historias están en cualquier mesa vecina- solamente hay que saber verlas con los ojos del corazón, oírlas con las inaudibles voces de los personajes y por último, solamente saber contarlas.
 Estos relatos amenos, originales, reflexivos, son como agua fresca para los lectores que tienen sed de algo nuevo en tiempos de mucha publicación mediocre; aquí la palabra brilla por su sencillez,  muestra sin esnobismo la biblioteca de su autor, permite que su experiencia personal sea el vínculo que lo hace interpretar la ajena.
 Creo que Arlt disfrutaría leyendo estas historias, que celebraría que un joven tan joven retomara la tradición de sus célebres paseos literarios por algunos barrios de Buenos Aires y con nosotros le daría la bienvenida a estas Aguafuertes capelinenses.


Nélida Mattioni de Robiolio

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